Por: Joao
Sé que me acusan de soberbia, me tildan de egocéntrico y misántropo. En su debido tiempo castigaré tales acusaciones. Pero, entre tantas habladurías hay cosas que son ciertas, padezco del estómago y mi corazón se detiene los días de solsticio. Sin embargo, no sé nada de mi dolencia ni sé de qué padezco.
Por añadidura, soy sumamente ambicioso, al menos lo suficiente para intentar inmortalizarme entre los hombres. Mi superstición es inimaginable, al oír del primer brote viral ordené quemar sahumerios verdes a las entradas de los pueblos para espantar las almas perdidas.
Tan sorprendente fue la noticia que los monarcas de todas las regiones refugiaron sus pueblos tras los grandes muros de sus reinos y se prepararon para enfrentar una misteriosa e inesperada gripe.
Pero, ¿Por qué la desesperación de Jack? He aquí algo que ustedes probablemente no entiendan. Ahora bien, yo si lo comprendo. Yo, por supuesto, no sabría como explicar a mi reino los motivos de mi desesperación ni quien la provoca, quizás Morgana pueda explicarles mejor.
Morgana me visitaría después de la pandemia, estaba muy preocupado por ella hace días me advirtió de una ligera tos y malestar, que luego fue empeorando hasta que no lo pudieron controlar. Lo escalofriante de la pandemia no era su capacidad de penetrar oscuramente las almas, sino desnudar la naturaleza abominable y egoísta de los hombres, que temían por sus vidas.
Le pregunté en estos días de incertidumbre y estrés, a la vieja razón ¿con qué elemento de este mundo se olvida el recuerdo de un amor? Miente cuando me dice sobre la India, el horizonte y Argelia, encontraré un palacio parecido. Ni allá ni en ninguna faz sobre la tierra. Por lo demás, estaremos bien, cae el sol y las toscas plegarias de un pueblo sin esperanza se escuchan, piden no morir, ahora me miran fijamente y dicen que soy yo, el que debe escribir de sus inesperadas muertes.