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Al revés

Al revés

Por: Isabel

AL REVÉS

Y, de pronto, un día me levantaba al revés. Debía olvidar casi todo lo que hasta ahora sabía, alejarme de lo que con la piel conocía. Ahora estaba siendo Mirta o Juana, estaba de pie sin despertador, sin prisa por la agenda o por alguien esperando mi instrucción.

Parece que volé hacia atrás, a la tierra de los abuelos, ante los ojos de los dioses que nos custodiaban. Desandé los días y me senté con mi niña oculta a ver el horizonte infinito, el profundo mar; a jugar con la arena que se escapa de las manos, con el agua que no se va, sino que queda en cada parte de la piel.

Ese día de marzo me soñé al revés y empecé a caminar zigzagueando hacia atrás, pensando en alcanzar de nuevo el corazón de mis orígenes, de mi espíritu, de mi fiel guardiana, la poderosa fuerza de la tierra.

Cuando desperté de ese particular sueño, vi el periódico debajo de mi puerta y las letras me contaban que mi premonitoria historia nocturna estaba pasando ahora; la voz del poderoso, la experiencia de oriente me decía que ahora sería yo, no Mirta o Juana, quien debía estirar mis sentidos y mi mente, quien debía estar sentada en la orilla de mi propia casa, pasando los minutos sin pensar en nada más que la fragilidad de la certeza.

Pasaron horas, días echándonos de menos. Cuánto esperamos en las tardes y las noches tenernos a cinco centímetros de distancia, hablar de luces y fantasmas, revolver pensamientos, imaginar cómo se partirá el rumbo de nuestro destino… el de la humanidad.

Un día, dos, tres, diez, cien. Alguien, no hace mucho, me dijo que los cambios son buenos. Yo decía pensaba que podría ser, ahora estoy segura de que no lo sé.

La anormalidad me observa, mantiene sus enormes ojos sobre mí y cuando camina, se desliza suave y desprevenida por cada rincón. Es una esfinge, un grifo, la guardiana de la ventana y del tiempo quieto.

Ahora no caminaba hacia atrás, ni esperaba alcanzar con la mano el espíritu de los abuelos de la tierra. En ese momento la sangre bombeada fútilmente, mi frívola inquietud por la carne y las facturas me robaban la tranquilidad. El corazón de la tierra apenas era la inútil referencia del sueño de una noche, que no salió bien.

AFUERA

Cuando al fin estábamos afuera, nos dimos cuenta que las mejores cosas no eran objetos, que no tenían etiqueta con de precio y que las guerras, la vigilancia y el control era inútiles ante una nueva forma de vivir.

Decidimos ser y no tener por unos días, seguro así seríamos mejores. En una votación mundial concluimos que nuestro nuevo color favorito ya no era el gris de los móviles o el negro que combina con todo, sino el verde que respira y el azul del agua, nuestro origen. También elegimos la sonrisa y el buen sueño, antes del auto o la alhaja que valen lo que una casa.

El arcoíris que es la humanidad no nos incomodaba, la libertad dejaba de ser un poema para convertirse en la común forma de vernos. Los pasaportes no existían y los deseos caminaban libres por las calles y los edificios.

Entonces, me senté a beber un buen café y vi que el reloj marcaba las 25:00, ¿el mundo habría cambiado tanto? Pues no. De nuevo me encontré en medio de un sueño, esta vez siendo Antonia o Lila, quienes anhelaban una nueva forma de existir. Estaba contenida viendo el detrás de cámaras del mundo, escribiendo un libreto de ficción para la película de un mundo mejor.

EXILIO

Aunque permanezco en casa, seguiré flotando sobre cada calle, buscando con la mente cada par de brazos y cualquier momento que me hagan feliz. El regreso para ver a los abuelos, las manos trabajando por los sueños y vivir de nuevo juntos está presente en mi anhelo y quizá en mi realidad.

La paradoja de seguir mortificada en casa por un castigo mayor afuera me aguza los sentidos, llena las paredes de la casa y las vacía a la vez. Esta sensación es un monumento inentendible, un reto a la lógica de la naturaleza humana, una respuesta a la frivolidad del mundo.

El cuerpo sigue exiliado, pero los ojos y la mente salen por la ventana y la pantalla hacia la grisácea y tosca realidad y regresan de vuelta, tímidos, esperando a los leves cambios de mañana, haciendo tiempo para que llegue un nuevo periódico bajo la puerta que me diga que todo fue una broma o que todo terminó y seremos ahora, consciencia y hermandad.

2 comentarios en “Al revés

  1. Tal vez la pandemia se trata de volver a las raíces.

  2. Excelentes fragmentos

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