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20 Dólares

20 dólares

Por: Doc

Era el último día de cuarentena. El cierre de los aeropuertos nos había dejado varados en medio de un viaje de turismo, sin posibilidad de regresar a casa. En otras circunstancias eso habría sido una buena noticia, pero hasta lo que más disfrutamos se envenena si se hace obligatorio. Estábamos en un hotel modesto, pagado con el dinero que nos quedaba, a diferencia de las otras noches en las que el paquete “todo incluido” nos permitía suites individuales con tina y buffet. Esa última noche, la presencia de la policía en las calles vigilando el cumplimiento del confinamiento obligatorio era perturbadora.

A la mañana siguiente tomaría un avión -por fin- sin saber si habría un nuevo encuentro, de manera que esa noche queríamos pasarla juntos. El asunto es que cada uno tenía un compañero de habitación, haciendo el deseo difícil de cumplir.

No me importa, pensé. No voy a dejar que el supuesto covd-19, menos sabiendo que hay otros virus mortales que se contagian de manera más divertida, decida mi lo que puedo o no puedo hacer. Así que salí y tomé el ascensor hasta la recepción, donde un tipo medio dormido hacía las veces de recepcionista, celador, inspector de bioseguridad, y fantasma.

– Necesito una habitación- me animé a decir, tratando de hacerlo con la naturalidad del que sabe lo que quiere.

-Vale 100 dólares la noche- respondió.

Consulté mi reloj, eran las 2:50 AM, mi taxi salía a las 6 para el aeropuerto.

Flaco, es solamente por un par de horas. Una señorita quiere conversar conmigo algunas cosas en privado y no tengo lugar. El brillo de sus ojos, y una leve sonrisa velada, mostraba que había comprendido mi pedido, aunque se hiciera el idiota.

-Ya todas las habitaciones están arregladas y desinfectadas. La mucama las terminó de ordenar hace poco.

– Bueno, no hay problema. Prometo dejar todo como lo encuentre, nadie tiene porque saber que estuvimos allí. Le di 20 dólares y me entrego la llave. Lo que pasó allí adentro no lo puedo revelar, pero cumplí mi promesa de dejar todo como estaba. Fueron tiempos complicados, sin embargo, aún hoy, recuerdo que durante el vuelo de regreso a casa dormí profundamente, con su aroma en mis manos, como un bebé…

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